domingo, 22 de febrero de 2009

Vuelta a Casa

Tras pasar por ominosos pasillos, una gruta subterránea, un depósito forense y una alcantarilla, siempre con el mismo aspecto: un grupo de vampiros recortados a la luz, con la cabeza gacha, la líder, el segundo, el grande, el ninja apaleado, el Malkavian con la Malkavian a cuestas y las mangas de la camisa de fuerza arrastrando, y al final del todo el asesino que avanzaba con las manos en los bolsillos y el panamá ladeado.
Finalmente salieron al exterior. Concretamente en las cercanías de un pub, el Ghouls’n’Ghosts, propiedad del Nosferatu. Donser les esperaba en el interior. Cuando entraron, agotados, tomaron asiento pesadamente, escucharon la perorata de rigor sobre la misión, le manaron al cuerno —muy educadamente— y se retiraron cada cual a su refugio.

*

Darién y Claudia paseaban, cogidos del brazo, calle arriba hacia el piso del argentino. Dos tipejos, grandes, aprestosos y bravucones, salieron de un callejón, a su encuentro. Los dos amantes estaban demasiado cansados como para prestarles atención alguna; se habían alimentado en el local de Donser y pese a ello arrostraban un cansancio más mental que físico. Dos tentáculos de sombras salieron del callejón del que habían emergido los dos hombretones, los agarraron por el cuello y los introdujeron en la oscuridad de nuevo. Tan solo se volvió escuchar ne la noche el repulsivo crujir de los huesos.
Continuaron a paso lento, disfrutando del húmedo frescor de la noche. Darién tenía algunos cortes en el traje, y Claudia una raja en la falda que le llegaba a la cadera, y numerosos cortes y quemaduras en la parte superior del vestido. Parecían salidos de un accidente de tráfico en lugar de la ópera.
Entraron en un lujoso portal. Subieron en ascensor, besándose tiernamente. Cuando entraron en el apartamento se dirigieron al baño, tiraron la ropa a la basura, y la ternura quedó atrás, mientras la bañera se llenaba de agua.

*

Ángelus llegó destrozado a su mansión, tras conducir catorce kilómetros de manera cuasi automática. Al llegar, las puertas se abrieron, respondiendo a la llegada de su dueño. Se arremolinaron en torno a él, creando diminutos tentáculos que se arracimaban. Se quitó el abrigo —única prenda superviviente, junto a los pantalones—, y se dejó reconfortar por a oscuridad. Se encaminó lentamente a su sala de armas y extrajo del bolsillo de sombras sus armas. Depositó la jatana con sumo cuidado en su percha. Se arrancó el resto de la ropa de cuajo y, ya en el baño, se dio una larga y tonificante ducha. Salió del baño. Aún no se acostumbraba a ves su brazo derecho completamente negro, de metal y sombras. Habitualmente, cuando estaba en reposo, parecía una extremidad oscura y con un aspecto cuasi líquido. En tensión se transformaba en un guantelete espinado. Se acercó a su sala de entrenamiento y, rodeado por la calmosa quietud de una bruma oscura y el susurro quedo de sus armas y libros, tomó asiento en un mullido cojín púrpura y plata con varias varillas de incienso encendidas ante él. Buen incienso de sándalo.

*

Roke, al llegar a su refugio, percibió la callada calma que le transmitía aquél dojo, que conocía como la palma de su mano. Si se paraba a escuchar, percibiría la actividad desarrollada en él durante el día, podría ver sin dudas las marcas en el tatami, en los aparejos y las armas que ahora reposaban en sus vitrinas de seguridad.
Se dirigió a su refugio. Esquivó todos sus sistemas de seguridad y entró en la habitación, un lugar secreto en el corazón del edificio. Allí había dos salas: la de descanso, perfectamente escudada de la luz diurna, y la sala de armamento y prácticas.
Se cambió de kimono, retirando la estrecha cota de malla negra en la que aún había adheridos multitud de aguijones, y dedicó el resto de la noche a vaciar su mente, practicando el antiguo arte de la limpieza y afilado de las armas.

*

Marôuk se encontraba incómodo. Salió del pub mientras el resto del kamut se separaba y entró en un callejón. Nacie lo había visto. Usando el poder de su sangre, imaginó la transformación y adoptó la forma de un enorme cuervo. Abrió las alas con un ruido seco que retumbó en el callejón, y se elevó.
Volar le relajaba tanto como una buena carrera por los bosques. Allí arriba el tiempo se detenía. Se quedó suspendido, planeando sobre una corriente de aire, contemplando con desagrado la ciudad, y dirigiéndose, con un golpe de ala y un viraje brusco, hacia los profundos bosques escoceses. Vio, por el camino, a Claudia y Darién, dirigiéndose hacia el piso del asesino; poco después escuchó chirriar los neumáticos del todoterreno de los dos Malkavian, haciendo eses por el camino recto hacia Arkham.
Descendió unos metros, y se internó en la arboleda que ya se extendía bajo él. Llovería, estaba seguro. En apenas unos minutos caería un buen chaparrón. Debajo de él contempló una manada de lobos cazando a un ciervo viejo. El ciclo natural de las cosas.

*

El vehículo derrapaba, esquivaba obstáculos y saltaba unos cuantos más. En aquella carretera serpenteante, lisa y desierta no existía bache u obstáculo alguno. El Malkavian conductor se había hecho trencitas en la fregona de repuesto, se había colocado unas gafas de sol y miraba al techo, cantando por Stevie Wonder. A su lado, Iris Rumiarumia afilaba su hacha, lanzando berridos que en teoría debían pasar por los coros de la canción.
Justo antes de llegar a su vivienda, Jack propinó un volantazo al coche y éste describió varias desastrosas vueltas de campana hasta quedar perfectamente aparcado en su plaza de Arkham House. Salieron del vehículo. El vestido de Iris estaba hecho, a estas alturas, una verdadera piltrafa, por lo que so lo quitó, lo ató al hacha y se la puso al hombro. La camisa de fuerza de Jack estaba igualmente destrozada, por lo que se la dejó puesta y se quitó los pantalones. Cuando fueron a entrar en la casa olieron a churros. Curros chinos.

1 comentario:

Jack Ryder dijo...

Ahhh... nuestro ambientador con fragancia a churros... eso no lo tiene todo el mundo, ¿eh?

Por cierto, la palabra de verificación de hoy es "tessi"... iniciales, claramente, de "Tres Elefantes Se Sienten Importantes", lo cual es por supuesto una rima, lo cual no puede ser casual así que obviamente se trata de una contraseña para entrar.

Al zoológico.



Concretamente a la jaula de los elefantes.






DONSER, TÍO! Cada vez las pones más obvias, ¿eh?